Reflexiones de un periodista

Friday, January 27, 2006

Víctimas y verdugos

Cada vez que se produce una guerra de intereses económicos, hay un verdugo y una víctima. En estos últimos días el diario La Verdad se ha convertido en el soporte de un fuego cruzado entre la empresa constructora más importante de la región y el jefe de la oposición política. Después de leer durante varios días las declaraciones de los implicados en esta polémica me parece que en esta ocasión, todos, incluido el medio de comunicación, son los verdugos.

El primer ejemplo lo tenemos en un diario que tradicionalmente ha favorecido las tesis de la derecha católica, aunque afortunadamente ya no se leen titulares como
“En algunos casos la mujer puede llegar a ser igual de inteligente que el hombre”. (véase La Verdad 12-5-1964) Si el titular de esta noticia denota el pensamiento misógino que predominaba en aquellos años (en los para este diario Franco era poco menos que un enviado de Dios, y los comunistas eran los culpables de cualquier tragedia mundial) la redacción de la noticia es digna de ser analizada en cualquier facultad de Ciencias de la Información como uno de los ejemplos más esclarecedores de la mentalidad que impregnaba en la sociedad en la que se desarrolló la juventud de nuestros padres.
No sería justo juzgar a un medio de comunicación por titulares de hace cuarenta años porque han cambiado tanto el pensamiento social, como la manera de hacer periodismo. Las formas son otras, aunque este diario sigue manteniendo una línea editorial de derechas, tolerante, condescendiente, y en ocasiones connivente con el líder, que ahora ya no se apellida Franco, sino Valcárcel.

Por otro lado tenemos a una empresa muy poderosa que está empeñada en transformar a la Región de Murcia en un mar de ladrillos aunque sea a costa de destruir el paisaje que ha predominado en esta tierra durante varios siglos, sin importarles la costa virgen, los espacios protegidos, las cañadas reales, la fauna autóctona. Esta empresa acalla críticas y financia voluntades a través de la publicidad ya sea patrocinando a equipos deportivos o insertando anuncios en medios de comunicación para asegurarse que éstos pierdan su independencia.

La tercera pata de este banco es un político socialista hipócrita, cuyo máximo logro ha sido el de ocupar una concejalía en un pequeño ayuntamiento de la provincia. Hijo de constructores, tampoco ha tenido el más mínimo reparo en aprovecharse de su cargo político para contribuir al bienestar de su familia en forma de recalificación de terrenos.

Entonces ¿Quiénes son las víctimas de esta historia? Las víctimas somos todos los ciudadanos de la Región de Murcia que pagamos los “daños colaterales” que causan los constructores ricachones y los políticos de segunda categoría, y las víctimas también serán, a largo plazo, nuestros nietos que no podrán disfrutar ni de playas vírgenes ni de la huerta murciana porque estarán sepultadas por toneladas de ladrillos. Dentro de 100 años los responsables de esta atrocidad estarán tan muertos como el pobre mendigo que pide para comer en una fría calle del centro de Murcia, aunque aquellos podrán permitirse el lujo de descansar en paz bajo una lápida de oro macizo.