La otra cara del deporte (II)
Practicar deporte se está convirtiendo en un riesgo para la vida. A la muerte de Antonio Puerta, vergonzosamente espectacularizada por la neotelevisión y las nuevas tecnologías (quien me iba a decir que a la larga me iba a identificar con las tesis apocalípticas de Paul Virilio y compañía) se han unido cuatro casos similares que han aumentado mi conciencia empática.
De todas estas muertes con la que más me identifico, tanto por la edad, como por el carácter amateur del protagonista, es con la de Ángel Arenales “Movilla”, un modesto deportista natural de Valladolid, aunque residente en la provincia Huesca, que falleció por causas similares a las de Puerta, aunque a diferencia de éste, el triste desenlace se precipitó por las precarias condiciones médicas de la comarca en la que se produjo el infortunio. Y como tal, he querido dedicarle una carta póstuma.
Querido Ángel
Al igual que tú soy una persona que practico deporte por ilusión, superación y por pasar un buen rato con los compañeros (porque para que negarlo, las cervezas de los martes por la noche son sagradas). Seguro que al igual que yo, tú también contabas las horas que te quedaban para empezar el partido porque, como bien sabes, esto al final no es más que un puto vicio que no puedes ni quieres dejar.
Sé que cuando llegabas al vestuario, tu vida adquiría una dimensión paralela y tus problemas desaparecían durante una hora y media en la que todos tus sentidos estaban puestos única y exclusivamente en el partido. Ángel, esta es la magia del fútbol. Por eso nos gusta tanto.
Yo también he vivido todas estas sensaciones y no pueden compararse con ninguna otra. No son ni mejores ni peores. Son diferentes ¿Qué me dices de la satisfacción que sientes cuándo estás acertado en una jugada y un compañero te felicita por ello? ¿Y de las típicas bromas de los vestuarios?
Viste la muerte de Antonio Puerta y también pensaste que la vida es injusta y cruel. De la muerte de Puerta se hizo una tragedia nacional. De tu muerte, igual de trágica, han hablado muy pocos. Nadie abrirá una cuenta bancaria para ayudar a tu familia. Ninguna televisión te dedicará varias horas de su vomitiva programación. He vivido ambos casos en el tiempo. Como persona siento los siento por igual, pero como deportista me identifico más contigo porque, al igual que yo, practicabas deporte simplemente por ilusión, superación y por pasar un buen rato. Te entiendo porque somos iguales. Descansa en paz, compañero.